lunes, 2 de julio de 2007

Mi querida Steffy,

Si tuviera una guitarra, no sonaría como ésta carta. Sería más parecida al viento sobre la arena del desierto, a ras de suelo, potente, un susurro muy potente. Con eso bastaría para que me entendieras, y no tendría que estar poniendo tantas letras una detrás de otra, que no dicen nada; frases largas que no tienen otro valor que darte a entender que te amo, que no me importa el pasado porque te amo. Como una maldita balada, como esas asquerosas y facilonas canciones románticas. Te amo, dos palabras que suenan tan huecas, tan vacías, sin música ni entonación ahora que las lees. Quedarían mejor si tuviera una guitarra. Tocaría una canción llena de silencio, un chasquido con los dedos, lento, tran, tran, más lento, mucho más lento; para que entendieras, para que supieras que te amo. Sin estribillo, sin estrofas, sólo música al viento, deformando los sonidos; dos acordes para expresar dos palabras definitivas; que llegarían como un suspiro. Y tú sabrías que te amo. Pero no tengo una guitarra, ni tu estás cerca, y sé que mis palabras jamás llegarán a ti; se quedarán desparramadas en el viento y la sordera de éstas letras, que ya no dicen nada.