viernes, 27 de julio de 2007

Un ensayo musical...

tú tú ¡Tú! Una visión confusa en la noche. Y tú. Camino por el frío callejón, sin levantar sospechas, nadie acecha. Mi pensamiento estancado. A mi lado, dos gotas sobre un charco hacen un sonido espaciado, descarado, despistado. TÚ. Ruido de tacones, un eco que retumba; pareciera que se van acercando. Eres tú, Tú. Un encuentro inesperado, extasiado. Sólo puedes ser tú. La respiración congelada, la vida parada. Doy un giro emocionado, todo se mueve conmigo, a cámara lenta. Pero no hay nadie detrás de mí. Ni los tacones, ni el eco de un susurro, arrebatado, robado, atravesado. Sin ti. Nadie más que Tú. Las manos en los bolsillos, continuo mi camino desahuciado, despistado, desesperado. Eras tú. Nadie más que tú y tú. Sólo podías ser tú…

lunes, 2 de julio de 2007

Mi querida Steffy,

Si tuviera una guitarra, no sonaría como ésta carta. Sería más parecida al viento sobre la arena del desierto, a ras de suelo, potente, un susurro muy potente. Con eso bastaría para que me entendieras, y no tendría que estar poniendo tantas letras una detrás de otra, que no dicen nada; frases largas que no tienen otro valor que darte a entender que te amo, que no me importa el pasado porque te amo. Como una maldita balada, como esas asquerosas y facilonas canciones románticas. Te amo, dos palabras que suenan tan huecas, tan vacías, sin música ni entonación ahora que las lees. Quedarían mejor si tuviera una guitarra. Tocaría una canción llena de silencio, un chasquido con los dedos, lento, tran, tran, más lento, mucho más lento; para que entendieras, para que supieras que te amo. Sin estribillo, sin estrofas, sólo música al viento, deformando los sonidos; dos acordes para expresar dos palabras definitivas; que llegarían como un suspiro. Y tú sabrías que te amo. Pero no tengo una guitarra, ni tu estás cerca, y sé que mis palabras jamás llegarán a ti; se quedarán desparramadas en el viento y la sordera de éstas letras, que ya no dicen nada.